lunes, 9 de agosto de 2010



pues la noche pertenece a los ávidos, y ahora, somos saciados


en la época que trabajaba de cerrador de parques, cada día, a las doce en punto, cerraba la puerta principal y acompañaba a los paseantes hacia la trasera. Cada día. cada. día.
No llegué a experimentar volición especial, tampoco sabiduría alguna iluminó mi nuca.
Como consecuencia, sigo cerrando la puerta principal a las doce, y acompaño a los paseantes hacia la salida, y tropiezo si se escuchan animales, y los vigilados quedan dentro. Ávidos.

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